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sábado, 15 de mayo de 2010

Tonto del bote


Tonto del bote


El origen de este dicho se encuentra en un mendigo poco espabilado que recogía las limosnas en un bote a las puertas de San Atilano del Prado, en Madrid.

Un día se escapó un toro de la plaza y se fue directo a él, pero el hombre ni se inmutó. El astado le olisqueó y, sorprendentemente, se fue, sin más. Desde entonces, se hizo proverbial como símbolo de la inocencia recompensada.