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viernes, 20 de enero de 2017

Farmacéuticos hacen de traductores de las extrañas peticiones de sus clientes

Farmacéuticos hacen de traductores de las extrañas peticiones de sus clientes

28/10/2008


Pedir locutorio, en vez de colutorio; aspirinas fluorescentes, por efervescentes; calmantes contaminados, en lugar de los más sanos vitaminados o «Piterpán» por Primperán, son algunas de las «traducciones» que diariamente deben hacer los farmacéuticos ante las peticiones que reciben de sus clientes.


El periodista gallego Carlos García Costoya ha recopilado en el libro Anécdotas de farmacéuticos. ¿Turno de guardia o en guardia? (Styria) centenares de estas situaciones, algunas casi inverosímiles, aunque él asegure que no «son leyendas urbanas», ya que la ingenuidad, la sencillez, pero también una escatología poco pudorosa de algunos de sus clientes, supera la ficción más elaborada.Casi todos hemos tenido problemas al «enfrentarnos» a la pronunciación de los extraños nombres comerciales con que las grandes empresas farmacéuticas «bautizan» sus productos, sobre todo hasta que éstos se hacen populares, y son muchos también los que tienen dificultades para comprender las prescripciones y las formas de aplicación de algunos de ellos.


Nadie como los farmacéuticos para explicar hasta dónde llega la creatividad de los españoles a la hora de solicitar algún medicamento, que obliga a estos profesionales a echarle mucha imaginación para que el cliente-paciente se vaya satisfecho.


Así, el que pidió 'supositorios de nitroglicerina', regresó a su casa con unos menos peligrosos de glicerina; quien fue a buscar «agua exagerada», se quedó con una más discreta oxigenada, y el hombre que pidió unos profiteroles, se fue mucho más contento con su caja de profilácticos que si, como reclamaba, le hubieran entregado unos pastelitos rellenos de nata.


Con la colaboración de varios amigos farmacéuticos, quienes a su vez han contactado con otros colegas, García Costoya ha confeccionado un libro, plagado de «alucinantes» momentos, con los que, no obstante —afirma— no quiere «faltarle el respeto a nadie», y que sorprendentemente demuestra que muchas de las historias incluidas se repiten en farmacias de toda España.


Algunas peticiones son verdaderos jeroglíficos del lenguaje y lo visual: «Consuelo, dame esa pomada roja y negra... el trono del Cid, que me va tan bien para las piernas», le pidió una clienta a su farmacéutica madrileña de toda la vida, quien enseguida dedujo que se estaba refiriendo a la crema Trombocid, que se distribuye en cajas de color... ¡amarillo y negro!.


Para García Costoya, que en su libro hace además un repaso de la forma de presentación de los medicamentos que hay en el mercado, esta variedad provoca que los clientes tengan ciertas confusiones, como la mujer murciana que se quejaba al farmacéutico de que su médico casi le había echado de la consulta por pedir «sexooral», cuando lo que realmente pedía era una receta de Seroxat.


Los preparados más comunes no se libran de la confusión, es el caso del suero fisiológico -solicitado como suero morfológico o suero psicológico, entre otros neologismos improvisados-, ni tampoco los encargos que las mujeres hacen a sus maridos: «Necesito anillos de los Nibelungos» cuando, realmente, lo que su mujer le había pedido que comprara eran unos anillos vaginales Nuvaring.


A veces, las peticiones además de cómicas son imposibles de cumplir. «He oído en la tele lo del 'tikis mikis' -por el parásito anisakis- del pescado y quiero algo para fumigarlo y podernos comer el pescado fresc», o esta otra: «El viernes pasado -la consulta en la farmacia tenía lugar un martes- tuve relaciones con un chico. ¿Me puedes dar la píldora del día después?».La forma de administrar los medicamentos genera también diálogos indescriptibles, como el marido sorprendido ante el farmacéutico por que el supositorio que su esposa se ha enganchado a una nalga con una tirita no haga efecto, o el paciente contrariado por el sabor desagradable que tiene un enema, o la mujer que intentó «ponerle» una pastilla de Nolotil en cápsula a su hija en el oído.También sin desperdicio son las narraciones que en confianza suelen hacer estos clientes sobre su historial médico: «ayer en el Hospital Camilo Sesto (por San Camilo) me hicieron un escarnio (escáner)» o «Por los sudores que tengo, creo que ya me ha llegado el delirium tremens gestacional» (más conocido como menopausia).El periodista asegura que ha querido rendir un homenaje a la labor que desarrollan los farmacéuticos para informar con paciencia, y a quienes muchos ciudadanos acuden diariamente buscando consejos y remedios, aunque en ocasiones les cueste expresarlo con claridad. (Efe)

jueves, 22 de octubre de 2015

Curso DELE Express

Curso de preparación al DELE B1 para la convocatoria de noviembre de 2015


Hoy presento un curso de preparación a los diplomas DELE del Instituto Cervantes completamente on line.
El curso está centrado en el nivel B1 y se compone de 6 sesiones en total. Es un curso express diseñado para aquellos estudiantes que tienen unas últimas dudas antes del examen o que quieren mejorar alguna de las pruebas (como la expresión oral).
Tres de las sesiones se dedican a la práctica oral a través de Skype. Las restantes sirven para afianzar las pautas, actividades y la realización de las demás tareas.

Inicio: 3 de noviembre
Fin: 19 de noviembre

Plazas muy limitadas.

Si estás interesado/a, puedes solicitar más información aquí.

martes, 3 de diciembre de 2013

Final Copa de la UEFA

Lejos quedó el año 2007; año en el que mi amiga Raquel estuvo trabajando en Escocia. Allí encontró un bar donde los españoles eran muy bienvenidos y se les invitaba a ver la final de la Copa de la UEFA.

Muchas gracias por ese apoyo y esa "recepción caliente" a todos los aficionados al fútbol. De verdad que se agradece a pesar de los errores de traducción (por lo menos se han esforzado en escibir las tildes y la Ñ).

Si es que hay españoles por todo el mundo.


Disparates literarios

Haciendo limpieza en mi pendrive ("gracias a" un virus que me lo ha dejado tocado) he recuperado un documento cuya relectura me ha arrancado unas cuantas risas.

Se trata de un artículo escrito por José Martínez de Sousa y publicado en la sección Rinconete de la web del Instituto Cervantes.

Lo reproduzco a continuación para que también vosotros os riáis un rato y os propongo que en comentéis cuál es vuestro favorito o con cuál os habéis reído más:



Al escribir se pueden cometer errores que suelen denominarse lapsus cálami, es decir, errores de pluma, equivocaciones involuntarias producidas mientras se escribe. Existen también los lapsus linguae, los errores que se cometen involuntariamente al hablar.
Los segundos son más fáciles de remediar que los primeros, que quedan sobre el soporte, generalmente negro sobre blanco. A estos, en tipografía y bibliología se les llama generalmente mochuelos, y suelen consistir en textos deshilvanados a causa de que el compositor del texto salta de una línea a otra y omite parte de aquel. A su vez, el corrector de pruebas lo deja tal cual por inadvertencia, y el texto sale impreso de esa manera que en ocasiones, como en los ejemplos que se exponen a continuación, suscita la sonrisa o la carcajada. No siempre, pues, deben achacarse al autor del texto.
Seguidamente se ofrece una lista de lapsus célebres incluidos hace tiempo en una obra llamada Museo de errores y publicada por un literato austríaco llamado Max Sengen.
  • «¡Pobre María! Cada vez que percibe el ruido de un caballo que se acerca, está segura de que soy yo» (El duque de Monbazon, de Chateaubriand).
  • «La tripulación del buque tragado por las olas estaba formada por veinticinco hombres, que dejaron centenares de viudas condenadas a la miseria» (Dramas marítimos, Gaston Leroux).
  • «—¡Vámonos! —dijo Peter buscando su sombrero para enjugarse las lágrimas» (Lourdes, de Zola).
  • «El duque apareció seguido de su séquito, que iba delante» (Cartas de mi molino, de Alphonse Daudet).
  • «Con las manos cruzadas sobre la espalda, paseábase Enrique por el jardín, leyendo la novela de su amigo» (El día fatal, de Rosny).
  • «Con un ojo leía, con el otro escribía» (A orillas del Rin, de Auback).
  • «El cadáver esperaba, silencioso, la autopsia» (El favorito de la suerte, de Octave Feuillet).
  • «Guillermo no pensaba que el corazón pudiera servir para algo más que para la respiración» (La muerte, de Argibachev).
  • «Esta espada de honor es el día más hermoso de mi vida» (El honor, de Octave Feuillet).
  • «—Empiezo a ver mal —dijo la pobre ciega» (Beatriz, de Balzac).
  • «Después de cortarle la cabeza, lo enterraron vivo» (La muerte de Mongomer, de Henri Zvedan).
  • «Tenía la mano fría como la de una serpiente» (Ponson du Terrail).
Finalmente, he aquí algunos de estos mochuelos recopilados por el propio Max Sengen:
  • «El cadáver miraba con reproche a los que lo rodeaban.»
  • «¿Qué puede hacer un hombre muerto por una bala mortífera?»
  • «En las cercanías de la ciudad hubo rebaños enteros de osos que andaban siempre solos.»
  • «Por desgracia, la boda retrasóse quince días, durante los cuales la novia huyó con el capitán y dio a luz ocho hijos.»
  • «Excursiones de tres o cuatro días era para ellos cosa diaria.»



Cafetería ¿bilingüe?

En esta cafetería necesitan un traductor.






Me encanta lo de "targetas"; es increíble cómo se puede cambiar incluso una letra que en el original era correcta. De verdad que es sorprendente que quien lo escribió no haya oído hablar de las "credit cards".

Pero lo que no tiene desperdicio es la disculpa final. Es que no hay por donde cogerla.

martes, 22 de octubre de 2013

¿Exitencias = salidas?

Este cartel del Alcampo suena muy andaluz, ¿no?

O quizá lo ha puesto un inglés que estaba buscando la salida.