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domingo, 15 de junio de 2008

Feligrés

Feligrés

Feligrés es aquel que asiste y participa en los cultos de una determinada iglesia (en el sentido de templo o parroquia).

Esta palabra apareció por primera vez en nuestra lengua en el siglo X, bajo la forma filiigleses y con su forma actual en 1245. Proviene del bajo latín fili eclesiae (hijos de la iglesia).

En esta expresión fili eclesiae, la segunda palabra es la forma vulgar del genitivo el genitivo eccleasiae, procedente del griego ekklesia (asamblea).

En portugués la palabra adoptó la forma freguês, que se refiere no sólo a los fieles de una iglesia, sino también a los clientes habituales de un determinado comercio.

El castellano.

viernes, 13 de junio de 2008

Brazaletes negros

Los brazaletes negros no se lucen, se llevan

La Fundéu ha observado que es frecuente el uso de la expresión errónea lucir brazaletes negros. Aunque también se da en otros contextos, lo habitual es que esa expresión aparezca en las noticias sobre deportes, especialmente de fútbol, en las que los periodistas que cubren la información cuentan que los jugadores salieron al campo con brazaletes negros en señal de luto por la muerte de algún compañero o de alguna persona relacionada con su deporte.

En esas ocasiones, muchos redactores optan por usar el verbo lucir, sin tener en cuenta que lo habitual en español es que se luzcan los adornos, y un brazalete negro no es un adorno ('aquello que se pone para la hermosura o mejor parecer de personas o cosas'). Así, en frases como «Los encuentros comenzaron con diez minutos de retraso en señal de duelo, donde jugadores y colegiados lucían brazaletes negros en recuerdo de la muerte del…» o «…en medio de una concentración de personal sanitario del centro, muchos de los cuales lucían brazaletes negros», debería haberse usado simplemente el verbo llevar: «Los encuentros comenzaron con diez minutos de retraso en señal de duelo, donde jugadores y colegiados llevaban brazaletes negros en recuerdo de la muerte del…» o «…en medio de una concentración de personal sanitario del centro, muchos de los cuales llevaban brazaletes negros».

Revista Donde dice…, Fundéu.


miércoles, 11 de junio de 2008

¿Miembro o miembra?

«Ridiculiza a los que rechazamos el machismo en el idioma»

Miembros de la Real Academia Española lamentan la 'licencia' de Aído, que encuentra respaldo entre algunas filólogas feministas.

¿Qué hacemos con eso de «miembros y miembras»? ¿Nos indignamos por la falta de rigor de la ministra Aído, por su feminismo metepatas? ¿O damos por buena su audacia como parte de un proceso de feminización del idioma español, justo y enriquecedor para sus hablantes?

En la Real Academia Española lo tienen bastante claro. «Si no es un error es una estupidez», manifestó Gregorio Salvador tras conocer las explicaciones (parciales y sin mucho ánimo de enmienda) de Bibiana Aído. «Es que [la ministra] es defensora de todas esas mandangas, de esa confusión de sexo y género», dijo el académico en declaraciones a la agencia Efe.

«Es una ignorancia supina. Pensar que lo que acaba en o es masculino y lo que acaba en a, femenino, es un sinsentido», dijo ayer su colega Carmen Iglesias. «El idioma es algo mucho más sutil que eso».

«Suena muy mal y demuestra que [la ministra] está confundida si piensa que las terminaciones de los sustantivos tienen un referente sexista» añade otro académico, el «aún novicio» Darío Villanueva. «Además es inoportuno decir eso de miembra desde el Gobierno. No ayuda a emplear bien el idioma sino a tergiversario».

El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, eludió ayer calificar el lapsus con vocación de audacia de la ministra en un acto de la Fundación Dinastía Vivanco que presidió en Madrid. Su expresión, en cualquier caso, demostraba una pizca de embarazo.

Del lado de los criticos también se alineó ayer Alberto Gómez Font, coordinador general de la Fundéu (algo así como un servicio de urgencias para hablantes de español abrumados por las dudas). «No diría que miembras sea una palabra inaceptable, porque nada lo es. Si la mayoría de los hablantes del español decide que la palabra le gusta y la emplea, habrá que aceptarla. Lo malo es que, con sus palabras, la ministra ha dado argumentos que ridiculizan a los que defendemos que el lenguaje debe revisar sus usos machistas».

Tiene la palabra la defensa de la ministra Aído: «Hasta 1992, el Diccionario de la RAE consideraba que miembro era una palabra exclusivamente masculina», recuerda Mercedes Bengoechea, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de Alcalá, filóloga y feminista («Por supuesto que pueden llamarme feminista, me lo tomo como un halago»). «Yo, por ejemplo, era 'un miembro del claustro', no 'una miembro'. Pero la agencia Efe empezó a utilizar el artículo femenino y la RAE aceptó el cambio. Si dimos por bueno ese cambio, no hay ningún motivo lingüístico para rechazar que miembra se incorpore al idioma», explica Bengoechea.

Pilar Nieva de la Paz, vicedirectora del Instituto de Lengua, literatura y Antropología de CSIC se pone de su lado. «El lenguaje hablado está en un proceso de feminización que responde a los cámbios sociológicos que afectan a la mujer. Los hablantes no paramos de innovar en ese sentido. Y no tiene nada de malo que esas innovaciones lleguen al lenguaje administrativo o político».

Ya, pero el caso es que miembra suena raro. «Las palabras suenan mal si se han oído poco», contesta Nieva de la Paz. Y aquí llega la gran prueba de la defensa de Aído: hace 15 años, palabras como arquitecta hacían que muchos se llevaran las manos a la cabeza. Hoy, el término está perfectamente aceptado. «Claro; es que hace 15 años había muy pocas mujeres que se dedicaran a la arquitectura y ahora hay más chicas que chicos en las escuelas», explica Bengoechea.

«No es el mismo caso», responde Alberto Gómez Font. «Lo primero en lo que uno piensa cuando aparece la palabra miembro es en las extremidades del cuerpo humano: los brazos y las piernas. Femenino y masculino. O sea, que la palabra no tiene un sentido de género. Además, arquitecto o arquitecta no han sido nunca adjetivos».

Al final, queda la conciencia de que en el idioma, la costumbre es la principal fuente del Derecho. «Existe cierto sentido común lingüístico, un poso de sabiduría de los hablantes que hace que algunas propuestas sean rechazadas naturalmente», anuncia Darío Villanueva. «Las hablantes ya emplean miembra cuando una mujer participa en el Tribunal de una oposición y testiga cuando va a una boda. Puede que sea informalmente, que sea una broma, pero son formas que van calando», le responde Mercedes Bengoechea. El tiempo dará razones.

No disparen al diccionario

El asunto de las 'miembras' de Bibiana Aído se inscribe dentro de un debate más amplio, largo y de baja intensidad: ¿hay machismo en el Diccionario de la Real Academia Española? «Jamás acusaré al diccionario. El diccionario sólo es un notario del estado en el que se encuentra el idioma, nunca la causa de sus malos usos. Otra cosa es el empleo del español en los ámbitos administrativos, políticos y periodísticos», explica Alberto Gómez Font, de la Fundéu.

«Desde 2007 existe una ley orgánica [para Igualdad Efectiva de los hombres y las mujeres] que exige que el lenguaje administrativo no incurra en sexismos», recuerda Pilar Nieva de la Paz. «Nosotros, en el CSIC, estudiamos el grado de cumplimiento de la Ley y nos damos cuenta de que aún hace falta formación y mentalidad. Ningún cambio es efectivo si las personas no consideran que es necesario».

Su colega Mercedes Bengoechea ve la botella medio llena. «iCuánto hemos cambiado! Y eso hay que agradecérselo también a los medios de comunicación, que nos ayudaron a las mujeres a ejercer nuestro derecho a autodefinirnos al emplear términos como jueza cuando no estaban aceptados por la Real Academia. Claro que la RAE siempre va por detrás y es una institución patriarcal».

Carmen Iglesias matiza: «Hay acepciones con recuerdos misóginos que van quedando atrás a medida que la sociedad inserta mejor a las mujeres».

Autor

Luis Alemany El Mundo, Madrid (España)
Miércoles, 11 de junio del 2008

Leísmo nuevo

Leísmo nuevo

El miedo de los periodistas hispanohablantes a parecer vulgares está extendiendo en la prensa escrita un nuevo caso de leísmo que hasta ahora se circunscribía a la radio y a la televisión: el uso equivocado de le en lugar de la como complemento directo de personas femeninas. La Fundación del Español Urgente considera alarmante la presencia de este tipo de leísmo en la prensa escrita porque se trata de un rasgo propio del español hablado. Empieza a ser habitual encontrarse con frases como estas: «la estrategia de Esperanza Aguirre en el contencioso que le enfrenta al alcalde», «pero a Blanca Marsillach lo que le tiene sin comer es...», «respecto a la ministra, el portavoz dijo que él mismo le llamó para tratar el asunto». Lo correcto hubiera sido escribir: «la estrategia de Esperanza Aguirre en el contencioso que la enfrenta al alcalde», «pero a Blanca Marsillach lo que la tiene sin comer es...», «respecto a la ministra, el portavoz dijo que él mismo la llamó para tratar el asunto». Se trata en todos esos casos del uso equivocado de le o les en lugar de la o las y es el resultado del miedo a parecer vulgar al usar la, lo que conduce a un exceso de celo (conocido como hipercorrección) para hablar un español correcto: quienes así hablan o escriben temen caer en otro vicio conocido como laísmo. La Fundéu BBVA recomienda que para no caer en ese error se haga el ejercicio de cambiar el personaje femenino por uno masculino y comprobar que se usa lo y los, y siempre que hay lo o los en ese tipo de frases sus correspondientes femeninos son la y las.


Revista Donde dice..., Fundéu.

lunes, 9 de junio de 2008

Preelectoral

Preelectoral

En períodos en los que se celebran elecciones es habitual encontrar en la prensa frases como: «... días después, Jordi Ausàs dijo en un debate pre-electoral...», «Es su primer objetivo en este tramo de su campaña pre electoral para las próximas generales», «... ante la utilización por parte de la Conferencia Episcopal del la lucha antiterrorista en un periodo pre electoral...». El prefijo pre-, igual que todos los prefijos (con la excepción de ex, según las Academias), debe escribirse unido a la palabra, sin guión ni espacio: preelectoral, prehispánico, preindustrial... Por tanto, en los ejemplos anteriores lo apropiado habría sido escribir: «... días después, Jordi Ausàs dijo en un debate preelectoral...», «Es su primer objetivo en este tramo de su campaña preelectoral para las próximas generales», «... ante la utilización por parte de la Conferencia Episcopal de la lucha antiterrorista en un periodo preelectoral...».

Revista Donde dice..., Fundéu.



Bienvenido/a

Bienvenido/a a mi blog sobre la lengua española.

Aquí podrás encontrar soluciones a las dudas más frecuentes en el uso de la lengua o la forma correcta de algunas expresiones de actualidad.

También haré un poco de etimología y presentaré de forma aleatoria distintas palabras. El origen de dichos y refranes tiene cabida en este blog.

Por último, encontraréis gazapos de periódicos, revistas, informativos, etc.

Te agradezco que colabores con comentarios, sugerencias, dudas, gazapos y todo lo que quieras.

He de reconocer que en la mayoría de los casos las entradas no son originales mías. En cada entrada aparecerá la fuente de donde he cogido el texto (siempre que sea posible).

Espero que te sirva de ayuda en algunos casos y en otros te resulte divertido.